sábado, 14 de mayo de 2011

LA SITUACIÓN SOCIAL DEL PAÍS ES PREOCUPANTE

Una verdadera “revolución” tenía que poner el acento, pero de una manera sistemática y constante, en el ámbito social del país; máxime si en esta nación prevalece una situación de pobreza estructural. Dejar las políticas, planes y programas a mitad de camino o dejar que languidezcan por falta de recursos adecuados, por la falta presencial de una gerencia idónea o desviando recursos hacia aspectos no prioritarios como la inversión en armas de guerra o haciendo “regalos alegres dolarizados” a otros países; es por demás un crimen imperdonable.

O peor reorientarlos sólo hacia una porción de la población, manejándolos con criterios partidistas-clientelares y discriminatorios hacia el resto del universo poblacional, por no identificarse esta última con el modo de pensar de la élite que gobierna; es un doble crimen. Es algo así como “lomito” para la casta gobernante e incondicionales y “pellejo” para las mayorías nacionales Y eso es lo que está exactamente pasando en la Venezuela de hoy. La discriminación en el país no sólo es política, también es social.

En este orden, la violencia e inseguridad, como el infierno Luciferino continúa haciendo estragos en la vida y salud de los nacionales: la tasa de homicidios de 48 por 100.000 habitantes para el período 2010 expuesta y aceptada por el mismo gobierno es algo que raya fuera de lo normal según los parámetros internacionales. O los 17.600 homicidios registrados en ese mismo lapso. Amén de puntear, junto a escasos países, con las cifras rojas en América Latina y en todo el planeta. Hay particularidades en relación a este fenómeno graves: la asociación de sectores del “lumpen” con factores del poder gubernamental con propósitos políticos para estimular que se cometan delitos, especialmente hacia los adversarios. O las implicaciones del caso del narcotraficante Makled con la “corruptoautocracia chavecista”.

Así mismo, la inflación y el desabastecimiento, como “caballo de troya” mantienen a la clase media y a los pobres en ascuas y tensión permanente. Por esa razón, ante el aumento pírrico del salario mínimo y a la aplicación inadecuada del tabulador a los trabajadores de salud y educación; la reacción de protesta se expresa en la calle, porque saben que dichos aumentos se convirtieron en “sal y agua” ante la voracidad insaciable de los aumentos de los precios de los productos básicos y no básicos y las tarifas de los servicios públicos. Con la añadidura de los “dolores de cabeza” por la carestía de algunos productos de la dieta diaria (leche, aceite, pañales y artículos de higiene personal) y los que se hallan son de poca calidad. Verbigracia el crecimiento exponencial de los índices inflacionarios, unos de los más altos del mundo, en comparación con los parámetros internacionales.

Sin duda hay un ambiente de un grave deterioro, manifestado además, en las pérdidas de empleos formales por las expropiaciones alegres de empresas y tierras productivas; los apagones de la electricidad programados y no programados en todo el país, por la falta de mantenimiento, inversiones y mala gerencia. Los problemas de abastecimiento de agua en múltiples comunidades; el deterioro de la vialidad y el déficit habitacional por la falta de ejecución de planes, que durmieron los sueños de los justos en esta etapa de la “revolución bonita”. La lista de problemas sociales, pues, es muy larga para continuar abordándola en este escrito.

Por esa razón, aquello de los planes intervencionistas por fuerzas imperiales, aún cuando no deben dejar de considerarse; jamás puede ser la excusa para esconder las responsabilidades políticas e institucionales de un Presidente y de la casta de burócratas del Estado en 12 años continuos de ejercicio absoluto de todo el poder central y de las mayoría de los poderes regionales y locales. ¡Sustituirlos es la consigna, pero con un proyecto de país creíble para generar bienestar; en un ambiente de democracia, libertad y de justicia para todos!

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