lunes, 20 de febrero de 2012

APÁTRIDA SIN DIFRAZ

No siempre El Zahir de ciertos personajes lleva consigo la autenticidad de sus verdaderos propósitos, porque al aplicarle la lupa a su praxis social puede uno llevarse inusitadas sorpresas, por ejemplo, los ultranacionalistas para el ejercicio de las parodias públicas, pero en el fondo son los más feroces entreguistas del patrimonio patrio a regímenes extranjeros, es decir genuinos apátridas sin el disfraz de ocasión.

¿Qué otra cosa se podría uno pensar en la Venezuela de hoy, si escuchamos una exacerbada retórica antiimperialista de quiénes gobiernan, pero al compas de gallos de medianoche,suscriben convenios y compromisos leoninos en materia petrolera, armamentismo y endeudamientos abismales, que afectan los intereses nacionales? Simple y llanamente concluimos que detrás de ese discurso nacionalista y antiimperialista florece la más cruel realidad de una auténtica traición a la patria, por razones de imponer un modelo socio-político de corte autocrático, militarista y populista; que sólo beneficia a gobiernos extranjeros como el de Rusia, China, Cuba, Nicaragua, Bolivia… y del mismo EEUU; a la élite del poder, a la casta de la burocracia estatal y a la nueva “Oligarquía del Dinero” y; en contraste, las mayorías nacionales, los descamisados de siempre –apenas- recibiendo las migajas del festín del negocio petrolero.

Aquí en Venezuela, a nombre del pueblo Chávez concentra cada día más poder en todos los ámbitos económico, financiero, institucional y poderes públicos o; a través de leyes y férreo control social ante los diversos estamentos que componen la sociedad en su conjunto, especialmente hacia los factores opositores, disidentes y críticos. De esta manera expropia y confisca industrias, fincas productoras, comercio, medios de comunicación, entidades bancarias, tierras, terrenos, apartamentos y; pare de contar. Siendo una paradoja, que mientras más acumula poder en esas áreas, más son las demandas de la población en relación al empleo, escasez de productos básicos, control de la inflación, salud, educación, servicios públicos, vialidad y viviendas; seguridad social, laboral y personal. Es decir, el supra nombrado “amor a la patria”, al que tanto se invoca como paradigma transcendente, apenas sobrevive, porque ha sido empujado hacia un barranco sin fin.

Quizás Esteban ante el sancocho ideológico prevalente en su cerebro, se dejó arrastrar por las directrices de Fidel y el régimen cubano, para experimentar socialmente, una especie de “socialismo real” trasformado con el maquillaje de un país con inmensos recursos petroleros. Pero después de 13 años de ensayo termina en un Frankestein social, que deja muy mal parado al monstruo de “La Metamorfosis” de Kafka.

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