lunes, 13 de febrero de 2012

GANÓ LA REBELDÍA DEMOCRÁTICA POR UN PAÍS DIFERENTE

La gente empezó a romper las cadenas de la opresión autocrática, como modelo de desgobernar al país. Ese paradigma fracasó, porque los venezolanos sentimos que el rumbo de la nación se desvió completamente y lo que nos espera es el precipicio. Y el alerta o sacudón lo dieron 3 millones de nacionales, que participaron en las Primarias de la disidencia, al convertirse en un dique de contención para señalar con firmeza OTRO CAMINO, donde se deje atrás a la politiquería, el odio y las divisiones, el abuso de poder, la corrupción, el clientelismo partidista, el derroche, al blablablá sin respuestas a la pobreza estructural y a las demandas sociales de todos los días.

Ganó la fórmula moderada del equilibrio, del centro, sin inclinaciones hacia la derecha o a la izquierda de la picaresca política venezolana. Pero también aquél de una postura política que dejó atrás las excesivas confrontaciones y el lenguaje descalificador hacia el contrario. Estos 3 millones de venezolanos se identificaron con el futuro de esperanza y “progreso para todos”, sin distingos de colores y partidos. Todo lo anterior, pues, encierra el discurso político de Henrique Capriles que le permitió el triunfo obtenido en los comicios de la “Alternativa Democrática”.

No obstante, ganar la contienda electoral presidencial no se presenta nada fácil ante un caudillo que se aferra al poder con pasión enfermiza y delirio de grandeza, valiéndose del uso desmedido y sin escrúpulo de los recursos de la renta petrolera y del aparato de Estado. Encarna, sin lugar a dudas, ese concepto cuestionado de “El Estado soy yo”, con la incondicionalidad sumisa de todos los poderes públicos, una porción importante del estamento militar, poder económico-financiero, el control que ejerce sobre la red mediática estatal y el tarifado de una publicidad incesante por los medios de comunicación privados.

Las debilidades del autócrata, aparte del desastre del desgobierno, es el desgaste de ofertas electorales incumplidas que raya en lo obsceno, porque el paraíso o “mar de la felicidad” prometidos se ha convertido en un verdadero infierno, ante las calamidades sociales que sufren los descamisados de siempre. El cáncer que padece el personaje de palacio y la pesada carga de la deuda pública externa e interna; amén de la sumisión a los dictámenes de Fidel y del fracasado régimen cubano; son indicadores de que se le hará cuesta arriba el disfraz del mito del ser invencible y de querer colocarse por encima del bien y del mal.

Otra lectura importante de los resultados de las Primarias es que hubo un verdadero ejercicio de ciudadanía, donde las maquinarias de los partidos, se quedaron cortas ante los deseos de cambio de la sociedad, que se observa en los rostros jóvenes de una nueva generación que se presta a conquistar el futuro por asalto ¡Viva la nueva Venezuela!

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