martes, 22 de mayo de 2012

GESTIÓN AUTOCRÁTICA, SIN CONTROLES

Toda sociedad democrática mantiene vigentes los diversos mecanismos de control administrativo de los recursos presupuestarios y financieros que maneja el aparato de Estado y además facilita el ejercicio de la contraloría social, para que los ojos de la ciudadanía velen por el uso transparente de los fondos públicos y éstos se materialicen en bienestar y calidad de vida para todos los miembros de la sociedad.

En Venezuela estos mecanismos contralores existen con pleno respaldo jurídico constitucional, leyes y normas establecidas; sólo que el modelo autocrático prevalente de gobernar de la “élite rojita” impide su cumplimiento a través de trabas, obstáculos y subterfugios. Y de esta manera, no se pueda visibilizar el uso eficiente de los recursos en planes y proyectos diseñados. O porque simplemente hay fuentes, gastos e inversiones secretas de la casta que dirige el país, que ningún ente contralor conoce o maneja la información de rigor; así sea la Contraloría General de la República, Parlamento Nacional o los ciudadanos activos de la Contraloría Social.

En el país se sabe del mal uso de los recursos de la nación, cuando estalla un gran escándalo público como el “maletín de los dólares vene-argentinos”, el de los “contenedores de alimentos de pudreval”, el “uso indebido de los fondos de los trabajadores jubilados de PDVSA”, el “oscuro manejo de los fondos chinos”, “la regaladera a diestra y siniestra de recursos a diversos países”, el manejo discrecional de recursos siderales hacia Cuba. Y el escándalo de los escándalos con las “confesiones del dúo Aponte-Alvaray”; y pare usted de contar. Son claras y contundentes muestras de que la “manzana rojita” está podrida y de que “huele muy mal en Dinamarca”.

En el limbo quedan pues, los convencionalismos de los estamentos del “deber ser”, sobre “planificación presupuestaria y los intereses prioritarios colectivos”, “administración idónea de los recursos”, “calidad de obras y ejecutorias oficiales”, “transparencia con los procedimientos administrativos”, “ética del desempeño del funcionario público”, “democratización de la información”; y otros.

Porque al estilo bizarro rojito, sumamos, que se prioriza en gastos insólitos en armamentos antes de atacar a fondo el cáncer de la pobreza estructural o; se construyen redes eléctricas, viviendas, hospitales, escuelas o se asfaltan vías o se instalan redes de transporte públicos en otros países, con recursos de los fondos públicos nacionales y de la renta petrolera del país.

Amén de las prácticas ya habituales de las corruptelas de toda índole con los recursos del Estado, cobro de comisiones por obras o “servicios prestados”. O más aún, la creación de nóminas de personal paralelas para abultar el clientelismo partidista rojito o formas de defalcar los recursos de las instituciones del Estado, para fines del usufructúo personal de los miembros de esta casta social dizque “revolucionaria”.

¡Esta gestión gubernamental autocrática, derrochadora y corrupta…debemos cambiarla cualitativamente por una gestión democrática y participativa, ética, transparente, apegada a las leyes y eficiente!

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