miércoles, 16 de mayo de 2012

TRAGEDIAS HUMANAS Y LUCES DE FUTURO

Intelectuales de fama universal, al parecer, siempre los acompañaron vivencias y tragedias humanas insólitas, que incluso nutrieron el contenido de muchas de sus obras inmortales o en el menor de los casos, pronunciaron frases o palabras que se han convertido en esas especies de estribillos de siempre para el resto de los mortales, especialmente para quienes estas obras han sido de lecturas exquisitas o, el néctar de las lecciones aprendidas para la vida intelectual y espiritual. O dejaron, al hurgar los contenidos de sus hermosos escritos literarios, las reflexiones premonitorias en relación a la muerte, al despedirse de este mundo terrenal.

Así valorizando estas premisas, a propósito de la muerte del brillante intelectual de habla hispana, Carlos Fuentes, un escritor mexicano que brilló como pocos en el arte literario de la buena escritura; y que hoy se les recuerda como nunca sus obras extraordinarias, especialmente aquella novela que escribió a mediados de 1962: “La muerte de Artemio Cruz”, donde refleja gran parte de la historia de su México querido, a través de un industrial y político agonizante, quien desde su lecho de muerte, relata las etapas más importantes de su vida, asociadas a la “Revolución Mexicana”.

En esa etapa crucial entre la vida y la muerte, el referido personaje de la novela, rememora su vida corrupta y como va perdiendo la vida progresivamente. Y describe sus contradicciones con la iglesia, con la familia y específico con los médicos, al ser sometido a los más crueles tormentos curativos, en ese afán de éstos de separarlo de la muerte inevitable.

Como paradoja de la vida, Carlos el escritor, también lo acompaño la tragedia humana y dolorosa de ver morir a sus dos hijos Carlos y Natasha. Y él muere, agobiado por una terrible enfermedad y producto del paso inevitable del tiempo, a los 83 años.

Dicen los analistas y críticos del mundo intelectual que al gran poeta y escritor chileno, Pablo Neruda, lo mató fue la tragedia vivida por el pueblo chileno, representada por la “Dictadura de Pinochet”. César Vallejo, otro intelectual brillante, murió de tristeza. Por eso, en la poesía de Neruda: “Nadie sufre/Nadie ama/ sólo mi pobre hermano/ el poeta/a él le pasan/ todas las cosas…

Los filósofos griegos, con Sócrates a la cabeza, se preguntaba sobre el Bien y el Mal, en relación al destino de la vida y sobre la realidad de la muerte. Y muchos otros filósofos y escritores habían indagado acerca de los secretos de la existencia humana. Aristóteles (año 334 a.C.) planteó que la tragedia, en ese paso entre piedad y terror, es capaz de lograr que el alma se eleve y se purifique de sus pasiones.

Históricamente, lo trágico es entendido como la lucha contra un destino inexorable, que señala la vida de los mortales; generándose las contradicciones y conflictos entre el hombre, el poder, las pasiones y su cosmovisión.

¡El debate sigue abierto, pero hagamos la pausa necesaria, para que Descanse en paz, nuestro admirado Carlos Fuentes, gigante, entre los gigantes de la literatura universal!

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