jueves, 7 de marzo de 2013

¿“REVOLUCIÓN” SIN “REVOLUCIÓN”?

Nadie medianamente cuerdo pueda desdeñar de “dos plumazos” el fenómeno socio-político que ha sido y será por mucho tiempo la figura del “Chávez revolucionario” a lo interno de Venezuela y fuera de las fronteras nacionales. Pero dejemos que algunos elementos del análisis nos arrojen algunos resultados, que puedan abrir luces para tratar de entender -sí realmente ha habido o no- un proceso de cambio revolucionario en el país. Para lo cual nos apoyaremos, por supuesto, en las categorías clásicas de las teorías sociológicas conocidas históricamente y por el pensamiento crítico.

Una mezcla ideo-política prevaleció en su pensamiento y procederes: ideas de Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora; del peronismo, torrijismo, allendismo, velasquismo. Quedan las dudas de que haya hurgado en las fuentes de Maquiavelo, Mussolini e Hitler, por aquello del uso del poder del estado sin escrúpulos para reprimir y “aplastar” a los “enemigos” del régimen. Pero sobre todo por ese fuerte acento teórico–práctico marxista-leninista y del fidelismo cubano. Amén de los coqueteos con el pensamiento cristiano, “santería”, “chamanismo” y por los “espíritus de la sabana”. Lo cierto es que, con esa alquimia de “populismo”, “militarismo” y PSUV-Estado en roles de super-centralismo para la concentración de poder en pocas manos; constituyen los pilares básicos del poder real del beligerante movimiento “chavecista”.

Así mismo la idea del Proceso Constituyente, que sí sumó a amplios sectores políticos y sociales del ayer; desembocó –posteriormente- en ese instrumento que recoge esa amplísima gama del pensamiento y acción del pluralismo democrático de la sociedad venezolana: la vigente Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Apartarse de ese camino constitucional fue la razón fundamental de que, individualidades y organizaciones políticas de ese entorno, instalaran sus propias tiendas. Generando los primeros desprendimientos del nuevo rumbo político dizque del “Socialismo del Siglo XXI” ”, trazado por el caudillo de Miraflores.

La estructura social se estremecía así con fuertes sismos, porque la élite de poder “chavista”, bajo la dirección política de los Castro, atizó con fuerza los conflictos de clases. Desarrollando la estrategia de las confrontaciones políticas permanentes entre actores-símbolos del “antiimperialismo”, “burguesía” y los “excluidos sociales” o los parias de la tierra. Las “Misiones Sociales” y el haber colocado el acento en algunos programas de beneficio y el clientelismo partidista; resultó la panacea para aliviar un poco las penurias y sufrimiento de los de abajo. Impactando, de esta manera, en la psiquis colectiva de que Chávez encarnaba el mito de “redentor de los pobres”. Y con ese legado falleció el “caudillo-mito”, llevándose no sabemos por cuánto tiempo esas banderas del supuesto “amor incondicional por los condenados de la tierra”.

Pero la economía, esa “caja de pandora” de los tiempos actuales, se ha encargado de echar por tierra el frenesí chavista, emplazándolo a mirar la cruel realidad de la situación de crisis nacional que atraviesa el país (devaluación de la moneda, escasez e inflación incontenible, endeudamiento abismal, deterioro grave salarial y beneficios laborales; pobreza estructural incólume))

O peor aún, le está enrostrando a los “amos del valle”, que su cacareada “revolución socialista” no lo es tal, que es una gran mentira. Que sí a ver vamos, sólo prevalece el modelo de un modesto y salvaje “Capitalismo de Estado”. Que mantiene intacta las relaciones de propiedad y explotación, pero ahora con la supremacía del patrón-capitalista-Estado-petrodólares, cuyo manejo gerencial es ahora de una élite burocrática cívico-militar y la de una capa “boliburguesa”, “pudrimillonaria”. ¡Todo cambió pues, pero nada cambió!

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