miércoles, 19 de febrero de 2014

¡LEOPOLDO: JONRÓN POLÍTICO ENTRE MULTITUDES!

No me encuentro entre los que se identifican con los mesías para que enfrenten las calamidades sociales y aporten soluciones mágicas a los problemas colectivos, porque los pueblos han recibido demasiadas decepciones y frustraciones en el transcurrir del tiempo, al transformarse algunos de estos caudillos, cuales dioses del olimpo, en seres omnipotentes, soberbios, crueles, represores… ¡sordos y mudos ante el clamor popular!

Pero, ¡la historia registra tantos casos! De situaciones especiales o momentos políticos en la que ciertos personajes audaces, se montan en la ola de las necesidades sentidas y demandas populares, que los conducen asumir roles de líderes absolutamente identificados con el alma y sentimiento nacional de sus pueblos. Y, sin duda, ese es el caso de Leopoldo López en Venezuela, cuya torpeza política de la élite roja que desgobierna -al meterlo preso sin pruebas y justificación alguna- lo catapultó al convertirlo en una especie de líder épico requerido, especialmente entre los jóvenes; al trascender mucho más allá de las fronteras nacionales, al ser observado su hazaña política con increíble simpatía por todos los pueblos del mundo entero.

El Castro-Madurismo y sus congéneres de la incondicionalidad del dogma “comunistoide” sólo se encargan de repetir la receta de siempre cuando se sienten acorralados por las crisis socio-económicas y el descontento popular, al echarle la culpa a terceros ante su incompetencia para enfrentarlas: O es el “imperio”. O es el producto de un “golpe fascista”. O de las “fuerzas del mal” personificados en supuestos “apátridas”. O el luciferino “capitalismo” que nos le da tregua ante su cacareada propuesta del “socialismo del mar de la felicidad eterna” (que jamás llega)…Y otros “disparates” que, sólo existen en la mente de los dos viejos octogenarios autocráticos que desgobiernan a Cuba desde hace 55 años. O peor aún, para el caso de Venezuela: en el mundo irreal de un “ilegítimo” inmaduro y analfabeta funcional. O de un “capitancito de uniforme verde”, cuyos recuerdos en los corrillos populares, es la de un “roba gallinas” de “El Furrial”, en Monagas.

Sin duda, con maestría envidiable en el juego del ajedrez político, Leopoldo López le ha metido un “jonrón político” a esta casta burocrática y de la corrupción roja. Con las bases llenas y el estadio lleno hasta más no poder ante una multitud emocionada que lo ovacionaba y comprendía la magnitud de su desprendimiento personal. En el contexto de un mensaje de trasfondo del sacrificio individual en aras de los intereses del país y, por consiguiente, de todos los venezolanos que claman por libertad, democracia, justicia, Estado de derecho, pluralismo, trabajo productivo y ética de trabajo; poderes públicos independientes, respeto a los derechos humanos, libertad de expresión e información y del cese ya de la entrega grosera e inaceptable de la soberanía nacional a Cuba y, del odio discriminatorio hacia los venezolanos que pensamos distinto.

Amén, por supuesto, de un ¡basta ya! ante la escasez de alimentos y medicinas. O de los asesinatos de venezolanos sin culpables. O del aumento desproporcionado de los índices inflacionarios a magnitudes astronómicas. O de las devaluaciones que destrozaron los salarios de los trabajadores. O del cierre de empresas y comercios para aumentar el desempleo. O de la corrupción galopante sin delincuentes. O la falta grave de divisas para las importaciones de bienes y servicios. O del caos nacional y ruina del país… ¡la lista es muy larga!

Leopoldo López, al símil del ejemplo de Mandela o del propio fallecido caudillo de Barinas, pareciera contar con la alfombra roja que desde la cárcel lo llevarían directo a ocupar la silla de Miraflores. Contando en este caso, con el concurso mayoritario del voto del pueblo, a través de algunos de los “atajos democráticos” previsto en la actual Constitución Nacional de Venezuela. En paralelo, ese fenómeno social de un despertar asombroso del pueblo venezolano, que grita a todo pulmón y sin miedo por un cambio radical en la conducción del país. ¿Alguien lo duda? ¡Historia viva!

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