domingo, 16 de marzo de 2014

CIRCO DE SANGRE

Luchando contra los molinos de viento los estudiantes, una porción de la sociedad civil y política de Venezuela, sin más armas que la irreverencia, coraje y voluntad heroica; se enfrentan en las calles, en desigualdad abismal, a las huestes armadas hasta los dientes, integradas por los esbirros de la represión brutal y fascista del régimen castro-madurista. La trascendencia de las batallas libradas entre los bandos en pugna, uno por la esclavitud y las cadenas rojas del despotismo y, el otro por la libertad y la democracia; deja en este último, en segundo plano, la cercanía de la muerte por las balas asesinas o por las secuelas de las torturas propinada por los “escuadrones de la muerte”, con o sin el uniforme verde oliva.

En contraste con la realidad de esas batallas en las calles de las principales ciudades del país, el dueño del circo de Miraflores, monta su comedia mediática para la mentira, la manipulación y la engañifa para tratar de voltear o torcer la verdad: los asesinos de 28 personas y las torturas criminales aplicadas a 56 ciudadanos -que las evidencias, pruebas y testimonios que lo certifican no son tales-; sino más bien las actuaciones de sus esbirros son impecables y ajustadas a derecho; son los verdaderos “héroes de la Patria”, que merecen el “reconocimiento social e institucional”. Los principios, la moral, códigos de conducta y el derecho al revés. El nuevo Nerón de los Castro se disfraza de “Caperucita Roja” para que la sangre que ha hecho derramar de pureza y futuro de los jóvenes venezolanos con las armas de la muerte, aparezca ante el mundo como una mano extendida de “paz y amor”.

El mar de fondo de la crisis nacional por las dramáticas calamidades socioeconómicas que padece la población, se pretende ocultar con echar la culpa de todo a quienes protestan o a los artificiales enemigos externos, que son convertidos en los demonios que estarían afectando la presentación del programa rutinario del gran circo rojo. Así los payasos y maromeros tarifados de siempre son instruidos con particular esmero, para que la hoja de parra oculte la intimidad de la enfermedad social terminal del modelo cubano que se desmorona, mostrando a todos la miseria de su teoría y ejecutorias monstruosas.

Quizás por ello, los principales actores del circo en cuestión, a nombre del “igualitarismo entre las clases sociales” destruyen vidas, plazas, residencias y vehículos de las capas medias y alta de la población, para obligarlas a parecerse a los cuadros miserables de las barriadas populares, adónde residen los descamisados de siempre. O mejor, reiteran su mensaje de odio de clases y culpabilizar del caos nacional engendrado por ellos, a los sectores sociales que disfrutan de una mejor ubicación en el proceso de movilidad social ascendente.

Hay que impulsar el cierre de ese circo luciferino castro-madurista, aunque al símil de Romeo y Julieta de Shakespeare, uno espera que no se repita aquella tragedia humana en la búsqueda de la felicidad, sino que podamos colocar pronto la “estatua de oro” de la libertad, para que perdure por siempre en el corazón de todos los venezolanos. ¡Venceremos!

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