miércoles, 28 de enero de 2015

AGONIZA TIRANÍA ROJA…¡CAMBIO IRREFRENABLE!

Formo parte de esa generación que le ha correspondido presenciar varios acontecimientos históricos, de hechos, fenómenos y movimientos sociales que han sacudido extraordinariamente a la humanidad en su conjunto, entre ellos la caída del muro de Berlín, del paradigma de la Rusia comunista y países satélites. Y ahora, en estos días, con la suspensión del bloqueo de EEUU a Cuba y del proceso reanudación de las relaciones entre esos dos países enemigos. Y como corolario, la vivencia de lo que me atrevo a denominar: la agonía de la famosa “Revolución Bolivariana” o del “Socialismo del Siglo XXI”, que no ha sido más que un clásico “totalitarismo de Estado militarista”, con una mezcla de “populismo” trasnochado y aplicación experimental de estrategias y métodos perversos para conservar el poder absoluto a toda costa, al más puro estilo de la doctrina política de Nicolás Maquiavelo.

De esta manera, recordando los escritos inmortales de Miguel Unamuno, los miembros de las castas de poder en Venezuela viven su propia tragedia humana y parecieran igual que Unamuno mantener la vivencia de la agonía, con sus dudas y contradicciones: “No quiero morirme, no; no quiero ni quiero quererlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre”. Sólo que en este caso, se refiere a esa vida de privilegios sin el contrapeso de los controles institucionales; el de la acumulación de riquezas mal habidas como el robo a la nación con aquellos famosos 25 mil millones de dólares de CADIVI, a través de empresas fantasmas y otras triquiñuelas. El de los viajes placenteros, a cada rato por el mundo, con la familia y los amigotes de ocasión, con los recursos del erario público. Y peor aún: el de la facilidad, utilizando como mampara al Estado para el tráfico ilícito de armas o, para el negocio luciferino con las drogas de la muerte y destrucción del futuro de millones de jóvenes…y pare usted de contar.

Por eso ante la tragedia inevitable de la amenaza real de la pérdida del poder absoluto, se escucharon con más fuerza los gritos histéricos, insultos y descalificaciones en contra de ilustres visitantes de talante democráticos de varios países: Ex–Presidentes Pastrana (Colombia), Calderón (México) y Piñera (Chile). No acepta Maduro y acólitos, incluso, en estos días de agonía en el poder, que otras opiniones o formas de pensar le molesten su paradigma cotidiano hegemónico de desgobernar. Porque al contraste, las mayorías nacionales viven su propia tragedia humana ante la escasez de alimentos y medicinas; la falta de repuestos y baterías para el carro… la inseguridad y violencia desbordada; la reaparición de enfermedades endémicas y de la pobreza; o que, ante los deteriorados salarios la hiperinflación pulverizó sus condiciones y calidad de vida.

El cambio ante esta situación de tragedia humana y colectiva, luce inevitable. ¿Quién puede dudarlo? Estamos obligados todos a ponerle el cascabel al gato. La unidad nacional de los descontentos (que somos mayoría) es factor decisivo. Sobran las exclusiones para la gran tarea de reconstruir al país de las cenizas dejadas por la tiranía roja. Y con Neruda, estaremos por siempre abrazados a su bella poesía dedicadas al amor y a la vida: “Aquí está el pan, el vino, la mesa, la morada./el menester del hombre, la mujer y la vida:/ a este sitio corría la paz vertiginosa,/por esta luz ardió la común quemadura./”



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