jueves, 8 de enero de 2015

¡CRISIS HUMANITARIA EN VENEZUELA!

En Venezuela, aunque algunos lo duden, se encuentra sumergida en una auténtica crisis humanitaria, sin precedentes a lo largo de toda su historia y cuyo impacto bestial mantiene boquiabierto a nacionales y al mundo entero. Pero, ¿cómo pudo pasar lo anterior, en un país señalado como rico en “oro negro” y tantas otras riquezas naturales fabulosas? Y más aún, sí este país presenta –todavía- una imagen de “derroche saudita”, mediante donaciones, subsidios y condonaciones de deudas y pagos por convenios suscritos con diversos países de cuatro de los cinco continentes. No obstante, la verdad es inocultable y “todo se derrumbó”, como lo expresa el contenido de una vieja canción popular latina. Las castas de poder cívico-militar que desgobiernan a la República, se han encargado de echar el resto para consumar el gran desastre con su ineptitud, corrupción y violaciones de derechos ciudadanos para que, al parecer, no quede sino “piedra sobre piedra” de lo que antes se asomaba de mostrarse como una nación abierta al posmodernismo. Veamos, entonces, los indicadores de esa crisis humanitaria, para vergüenza de los nacidos en esta tierra de historia libertaria.

NO HAY alimentos básicos para satisfacer la ingente demanda de consumo por parte del grueso de la población venezolana. Y hoy por hoy se puede mostrar las imágenes de los anaqueles vacíos de los productos de la canasta alimentaria, en cada rincón del país. Verbigracia la quiebra del aparato productivo nacional, como consecuencia de las políticas del Estado totalitario rojo rojito, para destruir todo lo que oliera a “propiedad privada”; a través de medidas de expropiaciones y hostigamiento permanente hacia grandes, medianas y pequeñas empresas y comercios. Las gigantescas colas y la desesperación de la gente para conseguir los productos de la sobrevivencia, son el mejor ejemplo de esta grave y evidente crisis alimentaria. La hambruna toca las puertas de cada familia venezolana.

NO HAY medicamentos, insumos y equipos médico-asistenciales para atender siquiera las emergencias de personas y grupos humanos que solicitan atención en salud en los centros asistenciales del país. Tampoco es posible dar respuesta requeridas ante la aparición de enfermedades emergentes y reemergentes asociadas a la pobreza (dengue, chikungunya, tuberculosis, desnutrición, malaria, diarreas, enfermedades de transmisión sexual; entre otras). Es un verdadero vía crucis los infinitos recorridos de las personas y familias por las farmacias y otros expendios de medicinas, para intentar sobrevivir ante las patologías que presentan los cuerpos de la vida, de la variedad de grupos por edades (se incluye los requerimientos del protocolo médico para atender a los enfermos crónicos por cáncer, VIH, accidentes cerebro-vasculares; etcétera). La muerte de personas por la escasez de fármacos y equipos médico-asistenciales, es una realidad de la cotidianidad de la crisis que padecemos. Los venezolanos perdimos el derecho constitucional a la vida, con el agravante de la violencia social e inseguridad reinante, por las cuales mueren miles y miles de venezolanos anualmente, en las manos criminales del hampa, de las mafias de poder o; en las cárceles del delito y crímenes.

Venezuela está en el umbral de requerir ayuda humanitaria de la ONU, para que una gran mayoría de la población pueda sobrevivir a la escasez y al hambre, ante esta especie de “holocausto”, inducido por este desgobierno inepto, corrupto y derrochador. Y Neruda, una vez más, nos refleja con su poesía el drama humano de los venezolanos: “Sólo aquí la ciudad no tiene voz ni llanto/ ni sin fin, ni sonatas, ni labios, ni bocina/sino un discurso de cascada y de leones/”.


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