sábado, 25 de junio de 2011

ABUSOS DE PODER Y LAS MAFIAS DEL DELITO

Arremeter contra los medios de comunicación, opositores, críticos y las organizaciones defensoras de los derechos humanos en Venezuela, porque las cosas no le hayan salido bien al gobierno central en el manejo de la crisis carcelaria por el desarrollo de políticas, planes, estrategias y operaciones erráticas; no es saludable para nadie y mucho menos para concluir con ese capítulo dramático de la cárcel del Rodeo, con su secuela de sangre, luto y dolor.

La crisis carcelaria está allí, al desnudo, enrostrándole al gobierno de Esteban que la cacareada “humanización” de estos recintos, supuestamente puesta en práctica desde hace 12 años, era una farsa. Porque en éstos lo que continúa existiendo es el propio infierno, con un Lucifer más lúcido en ese proceso de estimular la profesionalización del delito y de los crímenes más aberrantes.

E incluso, los Lucifer se han multiplicado en la reencarnación de los mafias, con sus “pranes” gerenciado el caos, con el apoyo de funcionarios, que por un dineral son los encargados de suministrarles armas, drogas, concederles espacios físicos, la permisividad y comodidades; para que su estadía, acumulación de poder y ciertos privilegios, los convierten en los temidos amos absolutos de los delitos criminales, que se cometen dentro y fuera de estos antros infernales.

Además, terrible debió ser para el espíritu de Bolívar, que en plena fecha de la gloriosa Batalla de Carabobo, la que permitió que brillará el sol de la libertad y la independencia nacional; los guardianes del orden, la defensa del territorio y la soberanía nacional; estuvieran en el umbral de una batalla interna, para poder controlar a una porción del lumpen, que tras las rejas de la cárcel del “Rodeo”, esconden en el trasfondo la causalidad de la extrema pobreza, como generador y potenciador de sus persistentes conductas delictuales.

El sol jamás se podrá tapar con un dedo, no serán entonces, los abusos de poder contra los medios de comunicación social, adversarios políticos y las organizaciones defensoras de los derechos humanos de los ciudadanos; lo que hará que se acaben las mafias carcelarias, ni la violencia en las calles y cárceles; ni tampoco que se erradique la pobreza.

Sino con políticas serias que se vayan a la raíz de estos problemas; transformando el modelo de estado y sociedad existente; “humanizando” de verdad las cárceles, desarrollando políticas agresivas contra la pobreza y actuando en la defensa y rescate de valores, principios y demás componentes de formación cívica; ejecutando planes específicos con metas factibles, sistemas de seguimiento y evaluación permanente, para ir reduciendo las cifras de violencia y criminalidad; estimulando el trabajo productivo y la seguridad social; reducir el hacinamiento mediante la construcción de infraestructuras adecuadas; reforzando y dotando adecuadamente a los equipos multidisciplinarios para la atención grupal y personalizada de los ciudadanos que hayan incurrido en este tipo de conductas desviadas, en la perspectivas de promover siempre la anhelada reinserción social.

Amén de combatir y desarticular a las mafias criminales y corruptas; abolir la demagogia y la politiquería “oficialista” con norma de conducta en el manejo y consideración de este tipo de problemática, la cual es, sin duda, una preocupación y ocupación compartida del Estado y de la sociedad en su conjunto.

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