viernes, 17 de junio de 2011

VIOLENCIA Y MUERTE EN CALLES Y CÁRCELES VENEZOLANAS

El año pasado, a mediados del mes de octubre, al alto gobierno de nuestro país entró en cólera “antiimperialista”, porque el diario “The New York Time”, publicó una información diciendo que la tasa de asesinatos en Venezuela estaba por encima de los de Irak y México. Cuestión que, de algún modo, se identificaba con los análisis del “Observatorio Venezolano de Violencia” (OVV), el cual afirmó que el 2009 fueron asesinadas en Venezuela 16 mil personas, mientras que en ese mismo periodo en Irak habían muerto en forma violenta 4.464 personas. Así mismo señalaron que, durante el lapso 2007 - 2009, en Venezuela, fueron asesinadas 43.792 personas. Y en México, en el lapso 2006- 2009, el número de fallecidos por hechos violentos fue de 28 mil personas.

En ese mismo orden, los estudios de este “Observatorio de las ciencias sociales venezolano”, afirmaron de una manera contundente y cifras incuestionables a manos que, Caracas, era la ciudad más violenta del mundo, por presentar una tasa de homicidios de 200 por cada 100 mil habitantes. Muy superior a la de Bogotá, cuya tasa fue de 22.7 por 100 mil habitantes o la tasa de homicidios de Sao Paulo en Brasil, que fue de 14 por 100 mil, durante el año referido.

Pero no se trata que este prestigioso diario” gringo” o el “Observatorio Venezolano de Violencia”, nos enrostraran estas evidencias, para darnos cuenta del drama social que estábamos padeciendo por este fenómeno de la violencia e inseguridad, porque a diario las calles del país, se tiñen de sangre por los homicidios de ciudadanos venezolanos por las acciones del sicariato, el hampa común, enfrentamientos callejeros o la violencia doméstica. Problema éste, que en todas las encuestas de opinión pagadas por el oficialismo, opositores u otros sectores; los resultados arrojan sistemáticamente, el primer lugar en la prioridad de preocupación de ser atendido y solucionado por los gobernantes de turno.

En paralelo, en las cárceles venezolanas, donde son privados de la libertad a miles y miles de ciudadanos por haber incurrido en delitos por homicidios y de toda laya; el clima de violencia ha llegado a límites extremos, a lo inimaginable. Las cárceles venezolanas son consideradas hoy verdaderos infiernos de la muerte y profesionalización de las conductas delictuales. Los enfrentamientos entre bandas con armas de fuego, granadas, chuzos y una variedad de instrumentos de la muerte ya forman parte del pan de cada día, en la configuración de una subcultura que en nada envidian a los contenidos de los más encarnizados dramas cargados de violencia de las películas de Hollywood.

De esta manera, lo que está ocurriendo en la cárcel del “Rodeo”, cuyos enfrentamientos internos entre bandas o de éstas con los cuerpos policiales y militares, ya registran decenas y decenas de muertes violentas, al confirmarse por los cadáveres que llegan a las morgues del país; impactan nuevamente a la opinión pública nacional e internacional, dejando la amargura en el corazón colectivo de que muy poco se está haciendo para garantizarle a los venezolanos, que andan en las calles o privados de la libertad, un derecho humano primario y vital, como es el derecho a la vida.

Tan lejos hemos llegado, por el drama luciferino que nos agobia en esta materia, que las conjeturas en los corrillos populares van y vienen, a tal punto –dicen- que no se sabe sí fue una de esas “balas locas”, de las tantas que son disparadas por las armas de la violencia social, provenientes de cualquier parte de un suburbio de Caracas, las que se incrustaron en la “rodilla y el área pélvica” del Esteban de Miraflores, para dejarlo convaleciente, no se sabe por cuánto tiempo, en la Cuba dizque “revolucionaria” de los Castros. ¿Qué, entonces podemos esperar los demás mortales? ¿“Qué Dios nos agarre confesados”? ¿O qué hacemos?...

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