miércoles, 22 de junio de 2011

LAS MAFIAS DE "CUELLO ROJO"

Las mafias no tienen colores partidistas, pero por estar algunos de los miembros identificados con el partido de turno venezolano, podríamos en este caso específico, denominarlas “mafias de cuello rojo”, porque responden a las definiciones clásicas, de grupos de personas que actúan en secreto, que se apoyan entre sí y crean monopolios de poder en ciertos ámbitos y actividades del Estado para fines de interés en común absolutamente deleznables, utilizando para ello procedimientos cuestionables.

De esta manera, ¿no fue acaso una “mafia de cuello rojo” la que actúo a través de PDVAL para beneficiarse ilegalmente, con el negocio en secreto con los alimentos de la cacareada “seguridad alimentaria”, que luego para desgracia de los involucrados, se pudrieron por miles y miles de toneladas, a propósito de los hallazgos de los “contenedores del delito”, en distintos sitios de la República?

Así mismo, ¿no fue una “mafia de cuello rojo” la que ejecutó operaciones financieras en los EEUU, con un claro objetivo de enriquecerse en forma fraudulenta, con los fondos multimillonarios de las prestaciones sociales de los trabajadores de PDSA?
De igual modo, ¿No fue una “mafia de cuello rojo” la que negoció ilícitamente con las cabillas de Sidor, en el mercado nacional e internacional, utilizando de mamparas a diversas empresas distribuidoras de ese metal, con la participación directa de “connotados e ilustres” altos funcionarios del Estado, apodados el “rey” y la “reina” de las cabillas en la Guayana venezolana?

Y ahora, la historia más reciente, ¿no son las “mafias de cuello rojo” las que participan en el gran negocio de las ventas ilegales de armamentos de todo tipo, a los “privados de libertad” en las cárceles venezolanas, obteniendo con ello fabulosas y exorbitantes ganancias? Porque todo el mundo se pregunta: ¿cómo hacen esos ciudadanos presos para armarse hasta los dientes, sin el concurso de funcionarios del Estado involucrados en los menesteres diarios de las requisas, controles y custodias?

Lo anterior, ha sido la gota que rebasó al vaso entre los ciudadanos, porque trajo a colación una muestra de la podredumbre en que se encuentra el Estado venezolano y de cómo esto salpica la moral y la ética de la sociedad en su conjunto. Porque ha salido a relucir, lo que muchos sabían, pero que muy pocos se atrevían a denunciar que, las “mafias de las cárceles”, cobran a los familiares, hasta por mantener vivos a ciudadanos, que por incurrir en algún delito, están obligados a cumplir sentencias judiciales por determinados lapsos.

Así pues, como en la Sicilia de la Italia de ayer, las mafias en Venezuela, desarrollan con habilidad pasmosa sus conexiones con el gobierno de turno para criminalizar sus acciones organizadas, disfrutando del manto protector de sectores del poder institucional, la impunidad o el silencio cómplice de los ciudadanos, ante el temor creciente de que les arrebaten la vida.

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