jueves, 1 de marzo de 2012

EL PAÍS HUELE A “PICHE”

Por supuesto que, con este escrito no me estoy refiriendo a los olores corporales de nadie en particular, porque al fin y al cabo, el caudillo de Miraflores, en una de sus peroratas de ocasión, anunció con bombas y platillos, reducir oficialmente los precios de los desodorantes; algo por demás insólito, ante el desbordante aumento de los precios de los productos alimenticios básicos y otros de indiscutible prioridad, que vienen golpeando con dramatismo los bolsillos de los nacionales.

No obstante, los desastres ecológicos ocurridos recientemente en Monagas y Anzoátegui, por los derrames petroleros en los Ríos Guarapiche y Guanipa por la falta de previsiones y labores de mantenimiento continúas de las tuberías por donde circula el “excremento del diablo”, administrado por PDVSA; deja un extenso olor a “piche”, porque está oliendo algo muy mal en Dinamarca.

Los gerentes de esta empresa vienen escudando sus fallas y omisiones en explicaciones públicas pseudo-técnicas o por demás increíble de que, por ejemplo, los culpables del caso del derrame petrolero en Anzoátegui, son los indígenas Kariñas. Cuando en verdad hurgando en el contenido de las declaraciones de los voceros oficiales a los medios de comunicación, éstas son realmente contradictorias y a todas luces inaceptables, que tienen el propósito final de ocultar graves delitos en contra del medio ambiente de esas jurisdicciones y, lo que es peor, en contra de la salud y vida de los habitantes residenciados en las zonas afectadas.

Este país huele a “piche”, porque ante el auge de la inseguridad y la violencia, con su secuela de víctimas fatales, heridos o atracados; las “sabias” decisiones gubernamentales es la soltar el mayor número de presos que, al verse libres de los controles policiales, reinciden en el delito o aparecen asesinados por bandas de sicarios, para cobrarse viejas cuentas. O porque las diferentes instancias, responsables de administrar justicia, sólo se ocupan de perseguir a la disidencia u opositores al régimen; mientras la impunidad es la reina de lo que no debe hacerse ante los serios indicadores rojos, por la presencia de delitos de toda laya a lo largo de la geografía nacional.

Este país huele a “piche”, porque continúan apareciendo alimentos podridos en determinadas regiones del país, que son administrados por el gobierno, a través de la aplicación de procesos inadecuados de almacenamientos o por la acción de cálculos premeditados para obtener márgenes de ganancias, en provecho de unos pocos. O que en todo caso, forma parte de la fuerte red de corrupción existente en el Estado “rojito” de hoy.

Este país huele a “piche”, porque aquí la “verdad oficial” carece de la más mínima credibilidad entre los ciudadanos. Así, por ejemplo, los problemas de salud del Presidente, que requiere de informaciones serias y fundamentadas con rigor médico, para ser transmitidas a los nacionales, éstas son cubiertas por un halo de misterio, propio de los modelos autocráticos, violentando códigos de ética y leyes de la República. ¡Necesario, pues, el impulso de cambios irrefrenables, pero no para que todo siga igual!

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